domingo, 8 de diciembre de 2013

La fe cristiana que alentó a Nelson Mandela.


Este post pretende ser un homenaje a Nelson Mandela, a su afán de construir, de romper barreras, de perdonar siempre. La fe cristiana guió su vida y le ayudó en los momentos difíciles de pérdida de libertad física y en el momento de las grandes decisiones y continuas conquistas. Os dejo un artículo cuya tesis comparto plenamente. Es del filósofo y ensayista Guy Sorman. Se llama La fe de Nelson Mandela. Aunque copio enlace, os dejo algunas frases significativas.
 La fe de Mandela permitió la reconciliación no solo entre los negros y los blancos bajo una misma bandera nacional, sino también –algo que se pasa por alto con frecuencia, visto desde Europa– la reconciliación entre los pueblos negros, ya que en la época del apartheid la hostilidad entre los xhosas (la etnia de Mandela) y los zulúes (la etnia del actual presidente, Jacob Zuma) era cuando menos tan fuerte como entre los negros y los blancos. En la época del apartheid, los zulúes se aliaron a menudo con los blancos contra los xhosas, al igual que las minorías indias y mestizas. Sudáfrica era, y sigue siendo, un puzle étnico que no cuenta solo con dos bandos enfrentados, sino con una multitud.


Finalmente, ¿puede haber algo más cristiano que la Comisión para la Verdad y la Reconciliación, fundada por el presidente Mandela y presidida por Desmond Tutu? En vez de en las venganzas y en los ajustes de cuentas que se esperaban y se temían después de los años de violencia interracial, esta comisión se basó en la confesión y en el perdón. La mayoría de los que aceptaron reconocer su culpa, e incluso los crímenes cometidos en nombre del apartheid o contra el apartheid, blancos y negros, fueron amnistiados. Exceptuando a los que cometieron los crímenes más graves, fueron muchos los que regresaron a la vida civil, exonerados por su confesión.
Si observamos la historia del siglo XX, a los hombres de Estado que mejoraron nuestro mundo y cuyo nombre merece ser recordado, que son muy escasos, les movió la fe, una fe religiosa o casi religiosa, y no una ideología. Es una paradoja de una época a la que llaman laica, pero que, en realidad, está marcada por la trascendencia o por su deseo.