jueves, 15 de enero de 2015

Gigi, misionero javeriano, y su Evangelio hecho vida en el prójimo.

En Noviembre hemos tenido la inmensa suerte de contar en nuestro centro educativo con un misionero italiano, Gigi, de la congregación Javeriana. Ha visitado los IES Zaframagón, Sierra de Líjar, en Olvera y el IES Fuente Grande, en Alcalá del Valle.
 Nos ha cautivado a todos/as su personalidad arrolladora, su capacidad de interactuar con el alumnado y sus ganas de transmitirles todo lo vivido en países de África y todo lo que piensa aún hacer para construir un mundo más igual, más fraterno. Os dejo una entrevista que le hice para que lo conozcáis mejor y disfrutéis de su modo de ver la vida y de sus experiencias. Os dejo también un enlace para que conozcáis a S.Francisco Javier, patrón de las misiones y un gigante en la Fe y en la evangelización. Os dejo también un vídeo con uno de los centros creados por ellos en Burundi, en 1993, antes de la guerra, para los jóvenes. Se ha transformado en un lugar de formación a la paz, al diálogo, al encuentro donde los jóvenes pueden participar en actividades culturales, religiosas... y pensar y actuar en contra de la lógica de la división. Aprenden que el otro que no es de su raza, de su religión, de su país, ya no es un enemigo, sino más bien un don de Dios, una fuerza que te hace vivir.


1 ¿Cómo te presentarías ante los demás?
Mi nombre completo es Gianluigi Signori, 1957, originario de la provincia de Bérgamo, en el norte de Italia. El pueblo donde vive mi familia se llama Ranica.

2 ¿Cómo valoro mi experiencia como misionero de 21 años en África?
Quizás la cosa pueda parecer un poco ‘rara’, pero la definiría como un camino de crecimiento.  Efectivamente llega uno a África con la idea de que va a hacer muchas cosas, a ayudar; desde luego la realidad que encontré era muy diferente del mundo del cual yo llegaba.  Sin embargo poco a poco he ido descubriendo que la misión (hablo del anuncio del Evangelio) es autentica y verdadera cuando es el fruto de un ‘dar’ y un ‘recibir’, de un encuentro.  Lo que supone respeto, aprecio, … amor, por decirlo con San Pablo.  Si no se trata de una forma, aunque solidaria, de colonialismo, de paternalismo.

Un camino, en el cual, por cierto, yo he salido ‘ganando’.  También cuando me he equivocado, porque, también en este momento, se da cuenta uno de que lo más importante es caminar juntos y sentir que, más allá de las diferencias, o quizás justo por esto, Dios está siempre ahí, en el camino.


3 ¿Qué vida llevan los jóvenes de allí?
Es difícil decirlo en pocas palabras.  También porque la situación entre ciudad y campo no es la misma.  Como todos los jóvenes del mundo, intentan mejorar sus vidas, se preocupan por esto de poder ir a la escuela, de aprender, de conocer realidades nuevas.  Hoy seguramente la gran mayoría está al tanto de lo que es internet o, por lo menos, la telefonía móvil.

Esto sí : pagan de persona.  No hay nadie que hace las cosas por ellos.  Y … con menos facilidades de aquí en nuestro mundo.  El verano, los fines de semana, no están hechos para aburrirse o pasar el tiempo de una manera o la otra, sino más bien, en general para trabajar (el campo, en una tienda, haciendo pequeños servicios, …).  ¡Cuántos kilómetros, andando, muy a menudo!  Y ¡cuántas horas de trabajo! En el campo, por las calles de la ciudad, en los mercados, como portadores, aprendices, …  Siempre soñando ‘algo más’.


4 ¿Qué tendrían que enseñar o transmitir a los jóvenes de aquí?
El sentido de la familia, en primer lugar.  No que no lo tengamos aquí.  Quiero decir el sentido de la responsabilidad los unos de los otros.  Esa capacidad de relación, que es lo que nos hace personas, al final.  El sentido del vivir juntos, del compartir.  Que me hace también darme cuenta de que tengo un ‘sitio’ en la comunidad donde vivo.  Lo que hace que sé cuales son mis responsabilidades, obligaciones, y al mismo tiempo mis ‘derechos’.
El saber ‘arriesgarse’ para conseguir algo.  No tanto o solamente en beneficio exclusivo de mi mismo, sino más bien de todos.  Los jóvenes que llegan a nuestras tierras y que han recorrido miles de kilómetros por el desierto, desafiando durante meses, o años, peligros, rechazos, explotación, … son el elemento más visible de esto.

El no desanimarse nunca.  Esta capacidad que te hace siempre levantarte y buscar a retomar el camino.  Incluso en tiempos de guerra, cuando las sirenas que intentan crear división para mejor aprovechar de sus vidas y les empujan al odio, a la división.  Saben aceptar el desafío del encuentro.


 5 ¿Cuáles los mayores logros de la misión?
21 años de tu vida no son dos días, y el peligro, desde mi punto de vista, es lo de pensar a las tantas ‘cosas hechas’.  ¡Qué bueno soy!
Creo sin embargo que el logro mayor de mis años de misión, ha sido el saber (o el intentarlo) vivir en esos mundos tan diferentes, saber escuchar, mirar, aprender (la lengua, las maneras diferentes de vivir, de entrar en relación, …) de la gente.  Descubrir que yo, blanco, puedo vivir en un mundo de negros no construyendo muros sino más bien construyendo puentes.  Todo esto viviendo en comunidad, lo que no es siempre cosa fácil.  Vivir con otros, aunque vengan de tu cultura, supone siempre la capacidad de escuchar, de reconocer (¡esto sí cuesta!) sus errores, sus pecados, lo que nos hace capaces de perdonar y entender a los demás.  Anunciando, entonces, un Dios que se hace próximo de cada una/uno de nosotros.


¿El logro más grande, entonces?  Por decirlo con San Pablo, … haber mantenido la fe.

Gracias, Gigi, por haber estado con nosotros estos días, por habernos enseñado otro modo de vida donde somos todos hermanos y nos cuidamos. Esperamos de nuevo tu visita. Y como tú decías en broma, eres un misionero guapo, simpático e inteligente. De verdad, sin bromas, te lo decimos a ti.

lunes, 5 de enero de 2015

Los Magos de Oriente nos escriben su carta.

Queridos hombres y mujeres:
Os escribimos un poco asustados. La verdad es que, como sois tantos los hombres de la tierra, aunque seamos Magos, no damos abasto para visitaros a todos en una sola noche y hemos tenido que aceptar a nuestro lado a algunos colaboradores en esto de repartir ilusión. Les hemos dado instrucciones para que actúen como a nosotros nos parece oportuno.
Pero… nos han salido otros colaboradores espontáneos que no tienen nada que ver con nosotros. Y a veces hasta nos impiden cumplir con nuestra tarea porque se nos adelantan y en esto de engañar saben mucho.
Os queremos dar algunas pistas para que los distingáis bien y no nos confundáis con ellos, por si os sirve para este año o para los venideros:


1. Nosotros no somos tan «majestuosos» como se creen algunos. Aprendimos hace más de dos mil años de un Niño que eso de ser rey consiste en compartir, repartir y ayudar. Y la verdad es que todo lo que tenemos lo damos. Nos hemos quedado sin coronas y capas hace ya muchísimos siglos.
2. No nos confundáis con Papá Noel. Nosotros no nos dedicamos a repartir los regalos que se les antojan a los niños caprichosos. Atiborrados de juguetes como están, todo les parece poco y nunca están satisfechos. Nos han convertido en embajadores del consumo… y ya sabéis que nuestra preferencia es acercarnos a regalar a los niños nacidos en pesebres y cuevas y puentes y chabolas…
3. Puestos a regalar cosas materiales, que no es lo nuestro, preferimos lo sencillo y sugestivo. Esto ayuda a apreciar las cosas pequeñas y educa para ser austeros. Buscamos un juguete apropiado para cada niño, aunque sea un caballo de cartón, un libro de cuentos o unas pinturas para que aprendan a contemplar el mundo con ojos de artistas.


4. Nada más que un juguete por niño. El que quiera dos, que lo pida para los que no tienen ninguno. Nuestra fiesta es la fiesta del compartir. Compartieron los pastores en el portal su leche, su miel, su requesón y sus sopas de ajo. Y compartimos nosotros lo que llevábamos en nuestros cofres. Y paseando por el mundo nos hemos dado cuenta de la cantidad tan inmensa de niños que lo necesitan todo: zapatos, comida, medicinas, libros y material escolar, ropa… Si os han dejado muchas cosas, seguro que no hemos sido nosotros. Pero seguro que se os ocurre una forma de corregir eso. ¿Verdad?
5. Nos encanta regalar cosas útiles a cada niño y a todos los mayores que se hagan como niños. No queremos que se pierda la ilusión y las ganas de jugar. Nos gusta dejar regalos para que los niños jueguen con otros niños y sobre todo con sus padres y sus abuelos. Los juegos para uno solo, tampoco son de los nuestros.

6. Y las pistolas, los cañones, los juegos de guerra, los soldados, las espadas y los videojuegos de disparar y matar… ¡qué disparate! No se puede pensar en la guerra ni jugando. ¿No sabéis que estamos al servicio del Príncipe de la Paz?
7. Nuestro regalo favorito es el Amor. Estar cerca de los niños que se encuentran más solos y que más sufren. A todos los queremos mucho, mucho, mucho… porque todos se parecen a Jesús. Y les diremos lo mucho que les quiere nuestro Jesús. Y les enseñaremos a querer, a abrirse a todos los niños del mundo. Nos encantan los niños y nos gustaría que todos les quisieran mucho. Y que siempre fueran niños… Nos da miedo cuando crecen.


8. También nos gusta el regalo de la Fe. No son muchos los que nos lo piden, pero qué importante es confiar y querer al Dios que nació en Belén. Él nos enseñó a convertimos en un regalo para los otros. Es bonito que estos días penséis en los vuestros pensando en algún regalo… El mejor no está en los bazares y tiendas. El mejor regalo eres tú: sin colonias, sin ropas de última moda, sin… Tú tal cual eres y con lo que das a los demás.
Melchor, Gaspar y Baltasar

(Tomado de esta web